Doy el primera paso. No tengo dirección. Caminar sin sentido nunca tuvo tanto sentido. Se escucha un sonido potente pero lejano al que le encuentro relación con un avión, por lo que volteo al cielo. No hay nada. Entonces continúo. Ahora un sonido viene desde abajo, no quiero voltear. Tardo un segundo y por fin lo hago, sólo una rama. El viento es fuerte, pero no tengo frío, sólo una sensación de frescura. Me gusta. No parecía haber sol, pero el movimiento de una nube hace que un rayo apunte directo a mis ojos. Mi primera reacción es cerrarlos, dejándolos entreabiertos. Una vez volviéndolo consciente, los abro. No me lastima la luz mientras no vea directamente hacia ella. Continúo. Mi primera impresión fue de silencio. Pero no lo era. Simple falta de atención. Ahora con ella, escucho el movimiento. El movimiento del viento, el movimiento de la energía solar que relaciono con el calor que ahora siento con más potencia en mi hombro izquierdo. No realizo ningún movimiento brusco. Mi respiración se ha vuelto silenciosa. Mis sentidos están completamente abiertos. Inmóvil por lo que parecen instantes. Parece que todo se me mueve excepto yo. No parece suceder nada. Pero es tanto lo que está presente. Entonces decido dar un paso. Tal vez más adelante la sensación sea diferente.
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